No hace falta ser un mago para saber a quién le irá bien y a quién no le irá bien en sus proyectos. En “El almanaque del Pobre Ricardo”, Benjamín Franklin dejó por escrito algo que no ha perdido validez: “La pereza se mueve con tanta lentitud, que el fracaso no tarda en alcanzarla“. Él sabía lo que decía sin duda alguna.
Al éxito le gustan las fechas, le gusta el movimiento, le gusta el enfoque y la ambición. Tan pronto se conquista una montaña se va por otra.
El éxito ama la velocidad. ¡Le gusta ir con rapidez extrema!
¿Qué oportunidad estás dejando pasar HOY?
Las oportunidades aman la velocidad. Tú puedes pasar años esperando una oportunidad, pero no al revés: las oportunidades las tomas tú o las toma otro.
Si no me crees, por favor observa el comportamiento de la gente menos exitosa y encontrarás que se mueven con lentitud. No tienen urgencia de ganar, sino ganas de esperar. Ellos esperan que algún día las oportunidades se presenten.
En “El Hombre más Rico de Babilonia”, George Clason dice: “La oportunidad es una diosa arrogante que no pierde el tiempo con los que no están preparados”.
Si los exitosos se mueven en nivel cinco, los no exitosos se mueven en nivel uno. Y es que, en la mayoría de los casos, los que menos éxito tienen son “quejosos”, “victimas”, “lentos”. Creen que el mundo marcha a su ritmo. Mientras los primeros quieren las cosas para ayer, los segundos las esperan para mañana.
Y no es que los exitosos ganen de todas, todas. Pero saben que el fracaso temporal forma parte del éxito permanente. Cuando tienen un fracaso, se levantan rápidamente, corrigen el rumbo con presteza y continúan sin demora. ¡No se dejan vencer!
Y si no puedes ir más rápido, entonces recuerda: “Sin prisa, pero sin pausa.” Jamás detenerse, jamás parar. El éxito está adelante, no atrás. La motivación es buena, pero la disciplina es mejor.
Al éxito le encantan las personas resueltas, rápidas y efectivas. Por ejemplo: Si quieres más dinero, tienes que tomar acción ya. ¡Acción masiva y pronta!
HOY, no mañana.
Y aquí presta especial atención: Tu dinero no puede ir más rápido que tú. Tu éxito no puede ir más rápido que tú. Tu desarrollo no puede ir más rápido que tú. Tu felicidad no puede ir más rápido que tú. El artista eres tú. El que marca la pauta eres tú. En otras palabras, el éxito marcha a tu ritmo, ya sea rápido o lento.
No sabemos cuánto tiempo vamos a vivir, pero si algo tengo claro es que cuando no estés presente, te van a recordar por la huella que dejaste y la profundidad con la que pisaste, pero no por las acciones que omitiste.