¿A quién no le ha pasado?
Una meta que no pudo ser completada, un propósito de año nuevo que dejaste antes de dos semanas, o esa actividad que postergas y postergas.
A todos nos ha pasado, es cierto, pero eso no la hace “normal”, (Que algo sea común no significa que sea normal). Es frecuente que te engañes a ti mismo diciendo que “hice mi mejor esfuerzo”, pero que hubo “circunstancias” que te impidieron lograrlo.
Bueno, déjame te digo un secreto: Hacer “el mejor esfuerzo”, pero no logar resultado es una pérdida de energía. Cuando se está comprometido con el resultado, el esfuerzo no es suficiente: Se tienen que lograr los objetivos a pesar de las circunstancias que lo impidan.
¿Qué es lo que te lleva a aceptar tu situación actual en vez de continuar con el empeño y la determinación para lograr lo que realmente quieres?
Aunque hay una enorme cantidad de causas, me limitaré a las que considero las tres principales:
Autosabotaje
Aunque suene descabellado, la persona que está en primer lugar intentando detener tu éxito… ¡Eres tú mismo!
Cuando planteas un propósito, el destino puede parecer prometedor y placentero: ¿Quién no desea una figura esbelta? ¿Unas finanzas sanas? ¿Un copioso y masivo cierre de ventas?
El problema es que, cuando se inicia el esfuerzo para lograrlo, las dificultades no tardan en aparecer (por ejemplo: “se requieren X horas al día”, “es necesario hacer ejercicio”, “debes leer un libro por semana”, etc.) El cerebro rápidamente pensará en “circunstancias” que te impidan lograr las metas: Acabas de encender el autosabotaje cuando tu mente te dice cosas como “Eso es para los que tienen tiempo… pero yo ¿cuándo?” o bien “Leer nunca se me ha dado… me duermo en la segunda página… no es para mí”.
¿Cómo se vence el autosabotaje? Existen varias formas, pero una de ellas es el método de las repeticiones. Repite constantemente y en voz alta lo que vas a conseguir y siéntete dueño del resultado, sin importar que requiera un esfuerzo adicional.
Resistencia a cambiar de hábitos
Imagina que tu cerebro es un complejo sistema de carreteras de información… a lo largo de la vida esa carretera se ha fortalecido, transitar por “caminos conocidos” es rápido, seguro y confiable.
De pronto, aparece un reto en tu vida: Una meta, un logro potencial, un compromiso hecho a ti mismo. Esto te obliga necesariamente a pensar diferente, lo cual, para tu cerebro implica construir nuevos caminos neuronales.
Pero es mucho más fácil para tu cerebro querer transitar por los caminos ya conocidos, que por los nuevos, en vías de construcción, que representa un esfuerzo. ¡A nadie le gusta transitar por caminos que están apenas en construcción! Sabemos que el nuevo camino será de terracería, mal iluminado, lleno de baches, sin indicaciones claras. Todos prefieren transitar por esa supercarretera conocida, iluminada y llena de señales.
Pero… Transitar por la carretera de siempre te va a llevar exactamente donde mismo. Y un nuevo destino (por ejemplo esa meta que has trazado) implica también nuevos caminos. ¿Estás dispuesto a cambiar tus hábitos?
Ruido
El ruido es todo aquello que escuchas de alguien más (tus amigos, tu familia, las noticias, etc.) y que refuerzan las dos anteriores. En cuanto se presenta la primera dificultad, aparecerá alguien que te diga “no te preocupes, yo también lo intenté, pero no es para todos”, “A todos nos ha pasado, dale vuelta a la página”, “desde un inicio sabía que no ibas a poder, pero no te lo dije para no desanimarte”.
¿Qué hacer ante el ruido? Sencillamente “a palabras necias, oídos sordos”. Ante un obstáculo, pregúntate a ti mismo si ya conseguiste tu objetivo, y si la respuesta es no, piensa en un nuevo camino para lograrlo en lugar de prestar atención a esos factores de ruido.